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Nosotros, que tanto nos quisimos

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Nosotros, que tanto nos quisimos.


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Tumbaco, última semana de Marzo de 2022.

A todos los colaboradores de los equipos de trabajo NEUROCODEX.

“Todo el mundo tiene una teoría sobre la naturaleza humana. Todos hemos de prever la conducta de los demás, lo cual significa que todos necesitamos unas teorías sobre qué es lo que mueve a las personas”

Steven Pinker

En nuestro diseño originario, biológico, es mucho más sencillo desacordar, pelearse, conflictuarnos e ir a la guerra en vez de acordar, compartir y celebrar juntos, experimentar bienestar y practicar la paz duradera. Esta aparente desgracia obedece a varias razones que, sólo muy recientemente, hemos podido ir despejando desde los aportes de la filosofía, las ciencias, el humanismo, la ecología y la creatividad. Veamos un par de ellas.

1.- La primera y principal función de los seres vivos es garantizar la sobrevivencia, esto es, seguir cumpliendo minutos, horas, meses, años© Para ello, contamos con dispositivos perceptivos y memorísticos que están atentos a los riesgos, peligros y amenazas a la vida que provienen de un entorno que se desenvuelve completamente independiente de nuestros deseos, expectativas o intenciones particulares. Por supuesto, distraernos de tales factores puede ser sumamente riesgoso, por lo que prestamos mucha atención a su presencia y podemos llegar a exagerar y sesgar nuestras percepciones que inicialmente nos protegen de tales circunstancias de peligro, ya que vamos creando patrones memorísticos que están por encima de las particulares situaciones que vamos viviendo. Como señala Pere Estupinyá, “los genes han delegado la responsabilidad de decidir al cerebro”, y la primera responsabilidad de los genes, como señalamos más arriba, es mantener la vida fluyendo.

2.- En segundo lugar, está la velocidad con que tomamos decisiones. Decía John Grinder, co-creador de la PNL, que el problema básico de los humanos es que pensamos demasiado rápido y extraemos conclusiones antes de meditar y reflexionar profundamente sobre las consecuencias de nuestras acciones. La tremenda complejidad con que nuestro casi cerrado cerebro, adulto particularmente, impide tomar en cuenta la enorme variedad de estímulos que en un momento dado empuja a nuestro cerebro a decidir en uno u otro rumbo, sesgando las interpretaciones que sirven de fondo para decidir está presente de manera constante. Magistralmente sistematizado por Daniel Kahneman y su equipo, reflejado en el texto “Ruido”, descuidamos lo que viene posterior a cualquier toma de decisiones, como bien apuntó Steven Pinker, al señalar que el problema básico de las relaciones humanas es que posiblemente tal relación continuará, reflejando que lo que nos decimos y hacemos servirá de marco posterior a cómo nos trataremos en el futuro.  Por estar pendientes del amedrentamiento de lo que nos rodea y está fijado en nuestras memorias, solemos pasar por alto lo que realmente otros nos están planteando en un momento dado, creando un clima que favorece las diferencias en lugar de las semejanzas.

De tal suerte que el alto riesgo de entrar en diferencias supera con creces las buenas intenciones, llevando en la mayoría de los casos a que lo que bien empieza termina mal, particularmente cuando nos encontramos©

Este tema lo ampliaremos mañana 30 de marzo en nuestro acostumbrado hablemos claro, por Instagram (@dr.luisarocham) y por Facebbook (@dr.cerostress). Te esperamos.

RECOMENDADO: 

Daniel Siegel: La mente en desarrollo, Desclée De Brouwer, 2007.