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¿Integrar? ¿Para qué?

¿Integrar? ¿Para qué?


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“Me interesa el pensamiento de Dios, lo demás son detalles” 

Albert Einstein.

“La vida está llena de detalles importantes que la gente no mira ni de casualidad” 

Sherlock Holmes.

“He allí el detalle que faltaba” 

Mario Moreno, Cantinflas.

Suele decir mi amigo, colega y profesor de medicina integral Dr. Max Sánchez Araujo, quien logró casar elegante y eficazmente la medicina convencional con la medicina tradicional china, que “metamos la lupa escrutadora de la ciencia en este asunto”. Así mismo, mi gran maestro en el arte de amar las neurociencias, Dr. Fuad Lechín, recomendaba volver a la fisiopatología como guía fundamental para el abordaje inteligente, poderoso y transformador hacia la salud desde la medicina. Ambos, en el fondo, sugerían la imperiosa necesidad de ir tras la unión de las palabras de Einstein, Holmes y Cantinflas; es decir, buscar, crear, cuidar, mantener y reparar oportunamente puentes entre saberes que se casan entre sí para brindarnos mayor potencia comprensiva y capacidad resolutiva frente a las dudas, dificultades,obstáculos y cuellos de botella que la vida coloca frente a nosotros cada vez que emprendemos alguna aventura del vivir plenamente.

Porque en el deseo noble y profundo de los humanos por conocer y dominar las extrañas reglas y expresiones de la naturaleza, nos hemos ido concentrando cada vez más en los detalles y olvidando las integraciones necesarias para un enfoque que nos de comodidad, seguridad, sencillez y precisión para operar sobre el mundo, con fines de ascender como especie. Hoy, lo cotidiano, cuando nos encontramos colegas médicos es preguntar: ¿cuál es tu especialidad? Y les confieso, me he especializado en decir: “mi especialidad es no especializarme, sino lanzar puentes entes entre especialidades”, ya que asumí “el zoom escrutador de la ciencia” como guía para proceder en adelante.

La decisión se debió a que somos muy pocos los que nos interesamos en contribuir a armar el “lego, mapa o menú principal” de la sabiduría, consistente en una guía universal de quienes somos, cuál es nuestro rol en la curiosa configuración de lo existente, dónde están nuestras posibilidades y oportunidades, cómo podemos llevar una vida cada vez más plena, saludable y feliz.

Mi tesis, desarrollada a la sombra de decenas de grupos transdisciplinarios a lo largo de algo más de cincuenta años, es que vivimos una “torre de Babel disciplinaria”, donde cada quién anda y decide por su lado, que requiere con urgencia (ya que estamos a tiro de destruir la aventura existencial) la construcción de un enorme edificio interconectado donde cada ladrillo tenga sentido dentro de la construcción total, como lo sugieren los tres gigantes que dictan las viñetas de arriba. Lo he llamado el “Burj Khalifa de la sabiduría humana” y trasladado al caso humano de cómo funcionamos en sí, dado el trabajo transdisciplinario adelantado estos años, en el Colegio NEUROCODEX lo presentamos bajo el puente zoom de las vocales: A: afuera; E: experiencia; I: imaginación; O: operaciones y opiniones; U. unión, vuelta al afuera; en un circuito de realimentaciones constantes… Así, funcionamos cada instante de nuestras vidas, el verdadero YO.

RECOMENDADOS:
Peter Watson: Ideas, historia intelectual de la humanidad,Crítica, 2005.

Laura A. Montilla y L. Arocha M.: Ten la vida que quieres y te mereces con NEUROCODEX, Júpiter, 2012.