El amor ¿muere o lo asesinamos?

“Estar contigo o no estar contigo es la medida de mi tiempo.
Jorge Luis Borges”
Indudablemente, estar enamorados y ser correspondidos es una de las experiencias más impactante y maravillosa que vivimos los seres humanos. La vida se hace brillante, todo es bonito, satisfactorio, mágico y estupendo. No hay cosa alguna que supere al recuerdo de los momentos juntos, los olores que conectamos con ese ser que percibimos motivante y encantadoramente seductor para conocer la vida bella. Pero…
Quiero hacer énfasis en el término “percibimos”, pues de eso se trata: es una percepción pasajera que secuestra nuestra amígdala cerebral y sus alrededores para crearnos la urgencia de estar con ese ser “especial”, poder unirnos de la forma más cercana que diseñó la naturaleza con el fin de garantizar la perpetuación de la especie. Y hasta allí la misión de la ardua y terca naturaleza: ve y reprodúcete. De lo demás, si así lo deseas, o sea la continuación de la relación para lograr cosas trascendentes, inventadas por nosotros para darle sentido y continuidad a nuestra labor inteligente, tal como vivir juntos, comprar casa, realizar viajes, mirar películas, leer libros y comentarlos o conversar a la sombra de un árbol, hemos de encargarnos nosotros, sin mucho auxilio de lo natural y espontáneo.
¿Qué quiero decir con todo esto?
Que si nuestra intención es ir más allá del encuentro sexual fortuito (plan inicial de la madre natura, con el fin de satisfacer su ley básica de continuar la aventura), hemos de esforzarnos por cuidar, mantener y reparar oportunamente aquellos vínculos de confirmación, deseo, respeto, comunicación y visión de largo plazo que constituyen elementos casi exclusivos de la especie humana y, por tanto, responsabilidad de una educación bien conducida, dónde hemos de asumir que se trata de un esfuerzo en equipo, en busca de un cultivo consciente y sentido de un plan “nosotros”, donde el “yo” de cada uno juega un rol de participante de una díada que contiene y supera las propias andanzas de cada uno.
Implica, por ello, pasar a una nueva etapa donde, ya sin la locura química de feromonas, Dopamina, Phenyl-etil-amina, oxitocina y algunas otras sustancias capaces de enceguecernos, ensordecernos a otra cosa que no sea el ser amado, podamos trazar una ruta de desarrollo amoroso de un equipo dispuesto a afrontar cualquier obstáculo que se cruce en el camino de perfeccionar un núcleo parental en el camino del vivir plenaMENTE.
Este tema está ampliado, como de costumbre, por el cnaal HABLEMOS CLARO.
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https://www.youtube.com/watch?v=Tq_SXvQdHGw
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